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Andrea Daza Tapia
2014 — Barcelona, Medicina, Parkinson, TerrassHoy, en la edición de fin de semana de TalCual, publico una entrevista con el Dr. Gabriel Salazar, el médico del Parkinson en Barcelona.
Es neurólogo, responsable de la Unidad de Parkinson del Consorcio Sanitario de Terrassa, en las afueras de Barcelona. A sus pacientes en Venezuela, no los abandona. De hecho, a principios de marzo vuelve al paíspara visitarlos.
Hace dos años, a finales de enero, una columna de brevesdel diario El Universal anunciaba la visita del neurólogo venezolano Gabriel Salazar. Venía a evaluar a sus pacientes, en un operativo veloz: dos días en Caracas, un día en Valencia; su ciudad, donde hizo vida y se hizo médico. Y de regreso a casa, en Barcelona, donde se especializó en trastornos neurodegenerativos crónicos. Es el médico del Parkinson.
“Soy más de quirúrgico”, dice. Pero no todos los pacientes pueden someterse al quirófano. Por ello, se dedica a desarrollar líneas de investigación, para mejorar el diagnóstico y el tratamiento. “En Cataluña se hacen muchas cosas. Salen medicamentos, retrovirus que modifican las proteínas que están alteradas, producto de la afectación genética, para que vuelvan a producir dopamina”, explica.
Porque del Parkinson sabemos que es una enfermedad crónica,degenerativa, progresiva, “originada por un poliformismo genéticoque tiene un desencadenante ambiental”, un algo que todavía no se sabe qué es, que provoca el inicio de la enfermedad. Se puede tener el poliformismo y nunca padecerla, por ejemplo. Qué lo desencadena, sigue siendo un misterio para la ciencia.
“El manganeso, el estrés de la ciudad. Sí sabemos que en los países más industrializados hay más Parkinson, por ejemplo”, dice el médico. “No es la causa, pero sí un desencadenante”. Una enfermedad, donde el temblor, puede ser la última preocupación: “Los pacientes se ponen agresivos, hipersexualizados, maníacos, con propensión al juego patológico. O muy retraídos”. Existen al menos 8 subtipos genéticos, “diferentes tipos de parkinas”, añade. Y daños colaterales: “Los síntomas no motores, creemos quediscapacitan más que los motores”, afirma.
Sus intervenciones consisten en instalar en el paciente un estimulador, como un marcapasos cardíaco que se coloca a nivelclavicular: “Va unido a los electrodos cerebrales, que van a la base, básicamente al subtálamo”, aclara. El dispositivo puede durar hasta 25 años, cuando la mayoría no pasa del lustro. Y en lugar de poner cinco electrodos, pone ocho; aumentando el efecto de la estimulación cerebral y mejorando la calidad de vida del paciente y por consiguiente, del entorno familiar.“Aquí la investigación forma parte del todo”, dice, “mientras que en Venezuela investigar es un lujo”. Por eso ni se plantea el regreso. Menos cuando las raíces terminaron de mudar código postal: 46 años de edad, dos hijos culés, una esposa catalana y un hermano ya instalado en Madrid. Según Salazar, las mayores innovaciones en relación con el Parkinson tienen lugar, a parte de Barcelona, enToronto, en Grenoble. En el Hospital Queen Square de Londres; enAlemania. “En América Latina prácticamente no hay nada”. En Venezuela, menos. “Mira que he hablado con gente del gobierno, para montar un centro como el Clínico de Barcelona. Pero no se ha podido”. Desde hace unos años, el doctor recibe pacientes que le envía la Fundación Simón Bolívar, que financia Citgo.
Para él, el sistema sanitario privado debe coincidir con el público: “Los proveedores de las clínicas privadas no pueden ser los seguros, tiene que ser el Estado”, afirma. Pone de ejemplo el Servei Català de la Salut (CatSalut): “Chávez propuso un modelo así, pero desde el principio las clínicas privadas se negaron”. Pero no hay sistema perfecto, y la crisis económica española también ha puesto contra las cuerdas al sistema sanitario público.
Salazar, sin embargo, es optimista. “Tengo mi visión como venezolano”, afirma. Y no ve ningún sistema de bienestar roto: “Se tienen que organizar los recursos. Se van a reajustar las cosas. Hay que cambiar la mentalidad de funcionario, reorientar las políticas sociales y entender que aunque seamos públicos, tenemos que ser productivos para nuestra empresa”, así se llame CatSalut, oVenezuela.
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