Nadie olvida aquellas imágenes del Papa Juan Pablo II cada vez más deteriorado por la enfermedad de Parkinson que sufrió desde 1992. Hoy la ciencia ha aportado muchos más avances para el diagnóstico y tratamiento de la patología, pero sobre todo entregando herramientas esenciales a sus familiares y cuidadores a objeto de optimizar la calidad de vida, con evidencias satisfactorias.
Parkinson es una de las dos enfermedades neurodegenerativas más frecuentes, siendo la otra el mal de Alzheimer. “En el caso del Parkinson un grupo de neuronas envejece y muere más rápido que el resto de las demás neuronas”, aclara el neurocirujano Sergio Sacchettoni, del Centro Médico Docente La Trinidad, En ese particular se trata de las neuronas encargadas del movimiento cuya sustancia transmisora es la Dopamina. De hecho, el tratamiento está basado en suplementar Dopamina en pastillas que contienen L Dopa a fin de apalear, parcialmente, el déficit de esa sustancia y cubriendo los circuitos del movimiento. El tratamiento se complementa con otras indicaciones que mejorarán los circuitos y que serán expuestas en el evento por la doctora Marisol Gallardo, especialista en movimientos anormales.
Uno de los aspectos más relevantes para el especialista es la psiquis del paciente y su entorno familiar. Hay otros rasgos que generan más conflicto como es la depresión, la tristeza y el desanimo no sólo posterior al diagnóstico, sino que aparece mucho tiempo antes de ir a consultar por los problemas de movimiento. “Ese desgano apreciable por la vida conforma parte del cuadro y hay que tratarlo con esmero, pues no interesa únicamente el aspecto físico”, acota Sacchettoni. Hay que devolverle a la persona el enfoque en la vida para esa nueva condición de su existencia. Esa es una arista esencial y la orientación será responsabilidad del psiquiatra Wadalberto Rodríguez, profesional en el manejo psicoemocional de cuidadores y familiares, amén del paciente.
TOLERANCIA Y AMOR
El sabio consejo de Sacchettoni para quienes tienen un familiar con Parkinson son esas dos palabras o actitudes. Si la vida se ve bajo esa óptica es posible llevar adelante maniobras para compartir con una persona que no está enferma, como tal, sino que tiene una condición motora diferente en sus movimientos al resto de la familia.
La opción quirúrgica está decidida cuando todos los tratamientos cumplidos con medicamentos no aportaron los resultados deseados, como tampoco los ejercicios y fisioterapia, los cuales deben ser complementados, no sustituidos, con una intervención quirúrgica que equilibra los circuitos desbalanceados dentro del cerebro, vinculados a los circuitos del movimiento. “La operación consiste en el implante de electrodos en circuitos particulares del cerebro conectados a un marcapasos debajo de la piel”, explica Sacchettoni.
Antes de ir a quirófano procede una nueva evaluación neurológica, psiquiátrica y de fisioterapia. Después de la operación se mantiene un record de controles durante varios años. No es una cirugía ambulatoria. Amerita 2 noches de hospitalización, aproximadamente. “Durante la mayor parte de la intervención el paciente permanece despierto para que colabore, lo cual es necesario para que los neurocirujanos sepamos si hemos colocado el electrodo en el sitio correcto”, describe. Aunque suene extraño el mantener despierto al paciente en la cirugía y que forme parte del equipo es para que suministre la información mientras van colocándole los electrodos con exactitud. Luego el anestesiólogo lo duerme para internalizar el marcapasos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario